La llamada “analítica de sentimientos” facilita datos más precisos de nuestros clientes, aumentando el impacto en el diseño de nuevas acciones comerciales, de marketing o en la atención al cliente.
Todas las industrias emplean la tecnología para optimizar procesos, con el objetivo de hacerlos más eficientes y productivos. La inteligencia artificial no es ajena a esta tendencia, y su uso
ha crecido con celeridad, impactando con fuerza en las áreas comerciales, de marketing y de atención al cliente en las empresas, sobre todo en el sector retail.
De hecho, gracias al llamado “aprendizaje automático” la atención al público se está adaptando a los chatbots gracias a su capacidad para conversar con el usuario en busca de soluciones. Para dentro de dos años, en 2024, se espera que haya142.000 millones de chatbots en el mundo. Y cuanta más conexión con el cliente, ¿quién no quiere mayor lealtad y fidelidad? Por eso lo emocional es clave, también en la IA.
Emplear la analítica de sentimientos para detectar estados de ánimo o reacciones emocionales específicas permitiría obtener datos mucho más exactos de nuestros clientes, y emplear dicha información para diseñar mejores acciones comerciales o de soporte para nuestros productos o servicio. AL final, y aunque el acompañamiento digital está a la orden del día, la mayoría preferimos hacer consultas ante personas de carne y hueso.
Pero pars que un robot pueda aprender empatía digital, se requiere de la labor humana, pues somos las personas las encargadas de entrenar a nuestras “máquinas inteligentes”.
De hecho, y siempre que la IA sea cada vez más cálida, humana, cercana y certera, mejor atención se dará al cliente y más mejoraran nuestros datos respecto a sus gustos, necesidades y deseos.