El imparable crecimiento de la digitalización tiene lecturas muy positivas, pero también efectos indeseables, como el impacto en nuestro medio ambiente vida.
Actualmente, sigue avanzándose en el desarrollo de Internet, con escenarios futuros que apuntan a una escena digital más inteligente: despliegue de redes móviles next generation, 10 GPON, Wi-Fi 6, edge computing… El objetivo es desarrollar experiencias digitales inmersivas y garantizar una experiencia más fluida para los usuarios.
Se prevé, de hecho, un crecimiento masivo del tráfico de datos global (se habla, incluso, de que se multiplicará por trece para 2030), y las previsiones apuntan a un ritmo de crecimiento de la economía digital de entre un 15 y un 30 % para el próximo lustro.
Pero el coste es alto en términos medioambientales. Por eso se empieza a hablar ya de un nuevo modelo para redes ecológicas, completamente ópticas, que permitirían una reducción drástica de las emisiones de carbono, algo a lo que el sector TIC se ha comprometido. El objetivo es reducir en al menos un 45 % las emisiones para el año 2030, y cumplir así el objetivo del Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).