La crisis de producción de chips afecta a muchos sectores, pero tal vez la automoción sea el sector con un mayor impacto real.
Los chips son pequeños dispositivos electrónicos que se utilizan para controlar y gestionar diversos aspectos del vehículo, como la dirección asistida, los sistemas de frenado y los sistemas de entretenimiento. Son, desde hace años, cada vez más importantes debido a la creciente demanda de automóviles conectados y autónomos. Los chips permiten a los vehículos comunicarse con otros vehículos, así como con las infraestructuras de transporte inteligente, lo que, al menos sobre el papel, puede mejorar la seguridad en las carreteras y reducir los tiempos de viaje. Además, son esenciales para la tecnología de conducción autónoma, que requiere una gran cantidad de datos y capacidad de procesamiento para tomar decisiones en tiempo real.
Según un informe de MarketsandMarkets, se espera que el mercado global de chips de automoción crezca a una tasa compuesta anual del 8,3% entre 2020 y 2025, alcanzando los 56.440 millones de dólares en 2025. Sin embargo, la industria de los chips de automoción también se enfrenta a problemas y desafíos. La escasez de suministro de chips ha sido un problema en el mercado de la automoción desde 2020, debido a una combinación de factores, como la pandemia de COVID-19, la demanda creciente de dispositivos electrónicos y los problemas en la cadena de suministro. Esto ha llevado a retrasos en la producción de vehículos y ha afectado a la rentabilidad de los fabricantes de automóviles.
Para hacer frente a dichos desafíos, los fabricantes de chips de automoción están invirtiendo en nuevas capacidades de producción y en la diversificación de sus suministros de materiales y componentes. También están trabajando en estrecha colaboración con los fabricantes de automóviles para anticipar la demanda y garantizar un suministro estable de chips.