El concepto de euro digital está ya muy avanzado, aunque en realidad los ciudadanos no sepamos mucho de ello.
De hecho, en torno al euro digital hay una serie de creencias falsas, suposiciones o bulos que conveniente desactivar. Por ejemplo, que aboliremos el dinero en efectivo, o que necesitaremos disponer de una cuenta en el Banco Central Europeo.
En realidad, la sustitución gradual del efectivo por el euro digital no será tal. Ambos formatos se complementarán, tal y como se hace hoy en día con los pagos en efectivo o a través de tarjetas electrónicas o digitales. Asimismo, no es cierto que los ciudadanos tendremos que abrir obligatoriamente una cuenta en el BCE para utilizar el euro digital. De hecho, el sistema será igual que el actual, esto es, al igual que el efectivo entra en circulación sólo cuando los respectivos bancos nacionales lo emiten y distribuyen a través de los distintos bancos comerciales, algo similar ocurrirá con el euro digital, pues su introducción no alterará el equilibrio entre instituciones públicas y privadas. De hecho, los bancos centrales no entrarán en contacto directo con el cliente final ni competirían con los bancos tradicionales. Es decir, que los usuarios del euro digital podrán seguir eligiendo libremente su banco comercial.
También se ha venido afirmando que el euro digital ya existe. En realidad, aunque todos pagamos ya online o a través de nuestros dispositivos móviles, lo que empleamos no es el euro digital. Las acciones electrónicas están vinculadas a una cuenta y por lo general se llevan a cabo por medio de proveedores privados, como las compañías de tarjetas de crédito. En su momento, los pagos con el euro digital funcionarán sin necesidad de una cuenta bancaria, pero aún es pronto para definir la manera exacta en que operaremos con ellos.