En apenas unos meses, el mercado de las monedas virtuales, que avanzaba imparable a lomos de un optimismo no carente de altas dosis de riesgo, ha sufrido una caída enorme, la más importante de su corta historia.
Dese aquel pico máximo de capitalización, que llegó hasta los 3 billones de dólares, la caída le ha llevado por debajo de la más que simbólica frontera del billón de dólares. De hecho, el mercado de las criptomonedas ha caído ya hasta el punto de perder, de promedio, la mitad de su valor, sobre todo tras descalabros tan desastrosos como el de la moneda virtual Luna, que ha caído hasta perder más del 90 % de su valor.
De hecho, son las llamadas “stablecoins”, monedas virtuales con cotización vinculada a divisas reales, como el dólar norteamericano, las que han pasado a convertirse en un valor refugio para muchos inversores, ante el riesgo asociado a la alta volatilidad de las criptomonedas. Se pretende con ello alejarse de pérdidas de valor repentinas, como la acaecida en el caso del Tether, cuyo valor cayó aproximadamente 20.000 millones de dólares en apenas tres meses.
EL problema, al decir de muchos expertos, estaría sobre todo en las empresas gestoras de algunas criptomonedas, que en muchos casos han tenido que parar su actividad de forma drástica. ¿La recomendación? Acudir a empresas con altos estándares de transparencia y con auditorias garantizadas.
En el ámbito internación, es importante recordar que ya hay países que, como en el caso de China y, previsiblemente, de India, prohíben cualquier tipo de transacción u operación con monedas virtuales. En el contexto europeo, por nuestra parte, aún no se ha decidido qué hacer con el proyecto de una posible versión virtual del euro, mientras que nuestro Banco de España o la Comisión Nacional del Mercado de Valores no deja de alertar a los inversores sobre la proliferación de “criptochiringuitos” en un sector que adolece de una clara falta de regulación